Víctor García de la Concha recibe el Premio Lázaro Carreter por su servicio a la lengua

Madrid.-  El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, recibió hoy el Premio Fernando Lázaro Carreter, que le ha concedido la Fundación Germán Sánchez Ruipérez por la voluntad de servir a la lengua española que ha demostrado a lo largo de su vida, en especial en los once años que lleva al frente de la RAE.

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(EFE)

El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha (d), recibe el Premio Fernando Lázaro Carreter, de manos de Germán Sánchez Ruipérez, presidente de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, concedido en reconocimiento a sus aportaciones al ámbito de la filología, la docencia, la investigación, la creación literaria y el buen uso del idioma español, en un acto celebrado hoy en un hotel madrileño.

A la entrega de este premio, dotado con 25.000 euros y una escultura de Rafael Canogar, asistieron numerosas personalidades, entre ellas los duques de Soria, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo; los secretarios de Estado de Educación, Eva Almunia, y de Telecomunicaciones, Francisco Ros; el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y ex ministros como Jesús Caldera, César Antonio Molina y Carmen Alborch.

Mario Vargas Llosa, José Antonio Pascual, Gregorio Salvador, Luis Mateo Díez, Ignacio Bosque, Álvaro Pombo, Carmen Iglesias, Juan Luis Cebrián y Luis María Anson son algunos de los académicos que acudieron a la cita, como hicieron también directores y presidentes de varias editoriales, así como de las federaciones que agrupan a editores y libreros.

En sus palabras de agradecimiento, García de la Concha (Villaviciosa, Asturias, 1934) recordó algunas de las facetas en las que destacó Lázaro Carreter y subrayó el compromiso con la palabra que siempre tuvo el gran filólogo, maestro y amigo del galardonado, y casi "un hermano mayor" para el actual director de la RAE.

Fue el autor de "El dardo en la palabra" el que animó a García de la Concha a presentarse a la cátedra de Literatura Española en la Universidad de Salamanca, una ciudad que marcó "de modo decisivo" a Lázaro Carreter y a la que también se siente muy unido el premiado, que es, como dijo Germán Sánchez Ruipérez, un "investigador insigne de nuestro patrimonio literario, impulsor de brillantísimas iniciativas culturales, de revistas literarias y proyectos editoriales, y un eterno defensor del valor de los libros y de la lectura".

Lázaro Carreter apoyó la candidatura de García de la Concha como académico de la Lengua, que ingresó en la RAE en mayo del 92. Pocos meses después, este experto en literatura del Renacimiento y en poesía contemporánea fue elegido secretario de esta institución y, desde 1998, es su director.

En estos años, García de la Concha ha continuado con la modernización de la Academia que impulsó Lázaro Carreter durante su mandato, y ha reforzado los vínculos de la RAE con las veintiuna Academias de la Lengua Española.

De esa estrecha colaboración académica han surgido obras como el "Diccionario panhispánico de dudas" o como la "Nueva Gramática de la Lengua Española", que se publicará el próximo 9 de diciembre y que, "por primera vez en la historia", será una Gramática del español no solo de España "sino de todo el mundo hispanohablante", afirmó García de la Concha durante su intervención, seguida también por el director general del Libro, Rogelio Blanco, por la directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, y por el presidente de Efe, Álex Grijelmo.

La figura de Lázaro Carreter se recuerda con frecuencia en la Academia, y sus famosos "dardos" se tienen muy en cuenta cuando se debaten las definiciones del Diccionario, comentaba hoy García de la Concha, cuyo currículum fue desgranado ante los asistentes por el poeta Luis Alberto de Cuenca, miembro del jurado.

"A Fernando Lázaro siempre le sedujo el aprovechamiento estético de lo popular, de la voz del pueblo". Fue un "filólogo comprometido, amigo/amante de la palabra", dijo el galardonado, quien animó a los asistentes a tratar de evitar que las palabras se corrompan porque, cuando eso sucede, "el sentido de nuestros actos individuales y colectivos se torna inseguro".