Esta semana nos llegan tres propuestas altamente adrenalínicas pero bastante distintas entre sí: 'San Valentín sangriento 3D' nos trae terror; 'District 9', sobresalto alienígena; y '12 trampas', una carrera contrarreloj para salvar el pescuezo.
No deja de ser simpático el descaro con que Patrick Lussier despelota integralmente a una de sus protagonistas durante una carnicería que dura aproximadamente 10 minutos. Ésa es la actitud. Al fin y al cabo, si los de la censura te van a cascar una R (ninguna persona menor de 17 años podrá ver la película en una sala comercial estadounidense), echa toda la carne al asador.
Precisamente —aquí dejamos el dato curioso, por si a alguien le interesa—, 'San Valentín sangriento' es la primera cinta catalogada con tales restricciones rodada en sistema Real D tridimensional, el principal reclamo para todos los no amantes del cine de grititos y casquería que osen acercarse a verla.
Alejado del posmodernismo gore de los Marcus Nispel, Jaume Collet-Serra o James Wan, donde los despedazamientos son directos herederos del sadismo de Hooper, el californiano Lussier (antiguo montador reconvertido en referencia del género) toma una pieza canadiense ochentera para ensamblar este remake sin más sentido del humor que el que supone que un asesino en serie opte por acabar con sus víctimas ataviado con un incomodísimo e inhabilitante traje de minero, que los buenos no paren de tropezarse y que hasta el último momento dudes razonablemente si el bueno y el malo son la misma persona. Claves parecidas a las que usó Craven en su reciente franquicia 'Scream', sólo que articuladas con un poco menos de autochiste.
Valoración: 3/10
Empezaré sentencioso: 'District 9' tiene los mejores cinco primeros minutos del año. Una nave alienígena se quedó encallada en pleno cielo de Johannesburgo hace 20 años y sus tripulantes fueron desembarcados por el ejército, encerrados en un ghetto, y olvidados y repudiados por sus anfitriones, nosotros, los humanos. No he destripado nada. Es la sinopsis, y, aún conocedor de ella, cuando ves plasmado en imágenes pseudodocumentales este alarde de genio imaginativo, percibes que la batuta del novato Neill Blomkamp es de las que dará que hablar en las próximas décadas en Hollywood. Antes que nadie lo vio Peter Jackson, que se apresuró a apadrinarle, y, visto lo visto, hay que felicitarle por su descubrimiento.
Vendida como producto indie (cosa paradójica, cuando su presupuesto son 30 millones de dólares. Aunque podemos hacer la vista gorda al comprobar que con este dinero ha dado para crear varias naves espaciales y una raza extraterrestre convincente, y lo comparamos, por ejemplo, con el coste de 'Hazme reír': 70 millones en comedia), juguetea con la idea de un alienheid precisamente en la ciudad icónica de la segregación racial sudafricana. El haber situado la acción en pleno San Francisco quizá habría sido más espectacular, pero también menos alegórico.
Entre los múltiples aciertos a destacar, parémonos un momento, por favor, en Sharlto Copley (agente Wikus Van De Merwe en la ficción), que del anonimato arribará sin escalas a la estratosfera de los Óscares en paralelo con su realizador. Él, que en la realidad iba para director y productor y ahora difícilmente podrá eludir los canto de sirena de Hollywood, consigue que la repulsión inicial de su desalmado y estúpido personaje derive en ternura cuanto más se va pareciendo al metamorfósico Gregor Samsa.
Valoración: 9/10
Decía el compañero Beauregard en una ocasión que los ejecutivos comerciales del cine describen una película como la suma de otras. Si con eso vale, podría dar por finalizada esta reseña diciendo que lo nuevo de Renny Harlin es el resultado de mezclar 'La jungla de cristal 3' con cualquiera de los peores subproductos de Steven Seagal y una Royal Rumble en la que participara Bret Hitman, que es clavadito a John Cena, el prota.
Desgloso:
Pero no os vayáis a creer que todo-todo es negativo: Aidan Gillen (el concejal Tommy Carcetti, de 'The Wire'), destila cierto oficio interpretativo en esta película de vocación videoclubera que supone un entierro artístico casi definitivo para su director e intenta exprimir lastimosamente el tirón de Cena como ídolo de las masas amantes del pressing catch.
Vistos los dos fracasos que acumula tras 'The Marine' y la presente, y comprobado que no todos pueden ser The Rock, quizá meta el rabo entre las piernas y vuelva al redil a dar tollinas a sus farsantes amigos en el cable estadounidense, allí donde no llega mi inservible TDT. Yo ya estoy poniendo velitas para que eso ocurra.
Valoración: 1/10
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