Tras la sequía de la semana pasada se estrenan muchas películas este viernes: 'Imago Mortis', 'Ex', 'Arráncame la vida' o 'Los ojos de Ariana'. Sin embargo todas se ven eclipsadas por la Megan Fox de 'Nueva York para principiantes'. En ella protagoniza una escena histórica.
Megan Fox hace de sí misma en 'How to Know Friends & Alienate People', audaz título a priori que aquí hemos adoptado idiotamente como 'Nueva York para principiantes'. Más interesante que la película en sí es, sin duda, el deseo de conocer al publicitario lince (que es un lince) que ha decidido redirigir la declaración de intenciones de la nueva película de Robert B. Weide, director habitual de 'El show de Larry David'. Pasar tiempo con él, ver lo que pasa por su cabeza. No sé, aprender de los diferentes
Sin embargo, y pese al enfado que produce el que nos tengan que mascar un título quizá demasiado poético con la intención de vender un puñado más de entradas, lo que debería molestarnos aún más es tirar por el retrete a uno de los más atractivos repartos del año por culpa de un guión fofo, desdibujado y sin gracia. No cuesta imaginar a Owen Wilson en la piel de Simon Pegg como protagonista patoso (lo que no es bueno) o a cualquier otro cantamañanas en la de Jeff Bridges, el lacónico gruñón de la función que parace haber perdido la vena cómica que sí supo ofrecerles a los Coen.
Un periodista amarillista británico (Pegg) es contratado por una gran revista neoyorquina (la de Bridges) para que desarrolle homóloga función en la Gran Manzana. Allí todo es más grande y apisonador, con lo que el desembarco se supone traumático, pero, en vez de mostrársenos un quirúrgico análisis de las imposturas del famoseo y los entresijos del género periodístico de rapiña, se construye una comedia romántica con toque frívolo. No, no estamos ante 'Todos los hombres del presidente', ni siquiera ante 'El precio de la verdad', aunque esta comedieta de usar y tirar cuenta con una escena más inolvidable que ninguna de las otras dos referenciales obras juntas: La Fox atravesando a pie una piscina ataviada tan solo con un vestido de raso que va humedeciéndose ascendentemente por capilaridad hasta llegar a la otra orilla.
No flota sobre las aguas como Jesucristo, ni falta que le hace. Es, sin lugar a dudas, desde ya, una de las más icónicas secuencias de la historia del cine reciente, la que dentro de poco se conocerá como "¿Te acuerdas de aquella vez en la que el animal más bello del mundo se metió vestida en una piscina y la atravesó a pie bajo una lluvia de flashazos mientras se le humedecían los pechos?". Y nadie podrá recordar el título de la peli, ni el original ni el otro. Ni falta que hará.
Valoración: 5/10
El italiano Stefano Bessoni, amparado por una coproducción que implicó a su propio país, a Irlanda y a nuestra España, fletó un barco lleno de paisanos para filmar en una atemporal escuela de cine transalpina un thriller de instituto y de género. Alberto Amarilla es un héroe famélico, perplejo y despistado; Leticia Dolera, una inquietante y siniestra trepa; Oona Chaplin (feliz descubrimiento), española de pura cepa pero con rasgos de joven ninfa americana, es la chica virtuosa y dócil; y Álex Angulo y Geraldine Chaplin, dos malévolos satanistas que desempeñan variopintos cargos en la referida institución.
Con una reconocida atmósfera similar al cine de terror que los Balagueró y Plaza llevan desarrollando unos años en España se presenta esta película, que podemos adoptar como propia pese al inglés en que está rodada. Perdónenme aquellos indiferentes hacia las versiones originales, pero hay algunos casos como el que nos ocupa en los que se echa muy de menos que los protagonistas conserven su voz. Será que este viejo cascarrabias tolera de mejor grado ver a un James Stewart doblado por Jesús Puente que al reparto presente equipado con voz impostada.
Fuera de ello, nos encontramos ante una correcta serie B que habla de una gente quizá un poco demasiado sórdida, lo que no es novedad en las tramas de asesinos en serie, y de un objetivo final del psicópata algo rocambolesco, lo que tampoco es una revolución extrema. Eso sí, se agradece que el héroe y el villano no sean la misma persona, como algunas veces hemos parido en nuestra filmografía. Reconozcámosle eso a Bessoni al menos.
Valoración: 5/10
Si dijéramos que 'Ex' es al humor lo que Abba es al oído, seguramente nos entenderíamos bien. Puede decirse incluso que 'Ex' es pegadiza.
Se hacen las gracias que uno espera que se hagan, de la manera que se espera que se hagan; las historias discurren como se espera que discurran. Los actores componen los gestos que sería de esperar en los actores. Una coreografía amable, acompañada con música blandita y redundante que subraya cada momento, por si algún espectador no se hubiera dado cuenta de cuál es la intención. Como ese espectador no existe, pues, si existiese, no estaría en el cine sino en la cuna todavía, habrá que concluir que la música no está para guiarle, sino para reconfortarle: "Exactamente eso que has entendido es lo que pasa, así que déjate llevar, no pienses. No hace falta".
Historias entrecruzadas: la pareja con hijos que no se aguanta ya; la pareja divorciada con hijas; la pareja que vive con su bronca diaria; la que se va a casar, el cura y el pasado presente pese a todo; la animadora de discoteca, el novio y el exnovio y la pareja al límite de no poder ya serlo.
Al final, traicionadas todas sus premisas, recuerda al cine español de los años sesenta, con más nivel y en italiano.
Valoración: 6/10
Nueve afganos construyen un doble fondo de pared en su archivo y van salvando así, poco a poco, las películas que reflejan su memoria de las garras del Ministerio de Asuntos Religiosos talibán antes de la caída del régimen en 2001. Ésa es la sinopsis del documental 'Los ojos de Ariana'.
Los talibanes están peleados con la imagen: con la de Mahoma y con la de la historia. No son grandes cinéfilos los talibanes. Habrían querido quemar las 6.000 películas que salvaron Said, Ahmad y compañía. Si lo pensáis es absurdo. Unos pirómanos exaltados tienen como objetivo primordial prender fuego a lo que otros les costó tanto trabajo rodar y montar.
Y esto llamó la atención a Ricardo Macián (la resistencia, no la cerrazón de los gamberros). Cámara de informativos y habitual del terreno de la no ficción, se enamoró de la pausa y del heroísmo cotidiano y sin pompa que encerraba esta labor silente y creyó necesario interpretar el papel de su altavoz. Noble y ruinosa empresa.
Estrena casi desapercibido, con una copia en Madrid y otra en Barcelona. Sus 'protas' hablan persa, van subtitulados; su ritmo es "afgano" (lo dice él mismo) y su apretón de manos, robusto y honesto. Lástima que las taquillas no tengan que ver con las buenas intenciones, ni con la robustez, ni con la honestidad, ni con los superhéroes cotidianos.
Valoración: 7/10
Los mexicanos tienen el idioma más delicioso del mundo. En realidad es como el nuestro, pero aderezado con palabras que llevan eles detrás de tés y muchas, muchísimas, que empiezan por la letra ch. Por ejemplo, para ellos, alguien que es lo más es chido, chingón y chulo, que es todo lo contrario de alguien chatarra, chundo, chamaquito o chilpayate. ¿Entendéis adónde voy? ¿Veis por qué me pierdo siempre en los diez primeros minutos de 'Amores perros', 'Y tu mamá también' o esta 'Arráncame la vida'? El oído se me tiene que acostumbrar y, mientras eso pasa, la información circula entre mi oído izquierdo y mi oído derecho atravesando un vacío. Deliciosos e incomprensibles. Recuerdo haber visto películas de Arturo Ripstein en español subtituladas al español en Canal Plus.
De todos modos, la pérdida debida al desconcierto inicial no es enorme esta vez porque no hay mucho que rascar en los primeros compases de esta adaptación del best seller de Ángeles Mastretta. Y la razón es que es una cinta absolutamente visual. Se entiende sin diálogos porque el 'Arráncame la vida' del título se podría haber sustituido sin perjuicio para nadie por 'Arráncame el sostén'. La cantidad de sujetadores malogrados, siempre los de la cándida Ana Claudia Talancón ('El crimen del padre Amaro'), que observamos a lo largo del metraje es ingente.
Eso es debido a la urgencia, al hambre genital que emanan los protagonistas; un trío trágico por definición: el militar rudo, fascista y bigotón; la joven virgen (pero sólo el primer minuto o dos) encantadora, piadosa y autocultivada; y el barbón, rojeras y romántico. Mucha carne y poca chicha en la película presentada por nuestros hermanos los mexicanos a los Óscar, la más cara de toda su filmografía.
Valoración: 5/10
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