Jatamí hace campaña en favor del reformista Mousaví con un multitudinario mitin

Teherán.-  Miles de rosas rojas y de lirios verde esperanza recibieron hoy al ex presidente iraní Mohmad Jatamí, quien entró de lleno en campaña electoral en favor del candidato independiente pro reformista, Mir Husein Mousaví.

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(EFE)

El ex presidente iraní Mohmad Jatamí (c) atiende un mítin electoral del ex primer ministro iraní y candidato presidencial, el independiente pro reformista Mir Husein Mousaví, en Teherán, Irán.

Con el mismo tirón que hace más de una década, el clérigo congregó a cerca de diez mil entusiastas seguidores, en su mayoría jóvenes menores de 35 años, en el pabellón de deportes Azadí, en el sur de Teherán.

"He venido aquí por Jatamí. Y votaré a Mousaví porque está con Jatamí", explicó a Efe Negare, una joven de 23 años que había acudido con su madre y sus hermanas desde uno de los barrios de clase media de la capital.

Vestida de negro riguroso, con un chador que le cubría de los pies a la cabeza, Negaré resumía el sentir de una multitud ilusionada con el cambio.

"Lo que no queremos es que Ahmadineyad repita. No quiero ni pensar que gane. Que no pase por favor", repetía con un grito casi ahogado.

Algunas filas más allá, acompañada de una grupo de amigas de la universidad, Malika aseguraba que los iraníes "necesitamos a Mousaví, necesitamos reformas, necesitamos liberar Irán. Lo necesitamos y lo necesitamos ahora".

"Por la democracia, necesitamos la democracia y la libertad. Él puede traer a Irán todas las cosas que no tiene", agregó Malika, una joven tocada con pañuelo de colores y vestida a la moda occidental, que votó a Jatamí en 2001.

El ex presidente, que aunque mantiene un enorme prestigio entre la juventud también genera un fuerte rechazado entre aquellos que se sintieron frustrados por el fracaso de su programa de reformas, amagó con presentarse a los comicios del 12 de junio pero se retiró una vez que entró en juego Mousaví.

Jatamí siempre apostó por el ex primer ministro, con el que parece haber engarzado un binomio cuyo objetivo es aunar el voto reformista joven y el conservador moderado de mediana edad para derrotar a Ahmadineyad.

El ex presidente garantiza el respaldo de la generación menor de treinta años, que aún parece mantener intacta la ilusión que sembró la tenue apertura de su mandato.

El discurso de Mousaví, más centrado en atacar la gestión del actual mandatario, atrae, por su parte, a ese amplio sector de iraníes desencantados, hastiados de las políticas de Ahmadineyad, pero que al mismo tiempo recelan de la etiqueta reformista.

Una estrategia que combina el respeto a los principios de la revolución islámica -encarnados por el ex primer ministro, que gobernó el país tras el alzamiento (1980-1989)- y las ansias de apertura que todavía representa Jatamí.

La clave final del éxito será, no obstante, el índice de participación.

Según los expertos, las opciones de los rivales de Ahmadineyad pasan por un peregrinaje masivo de los iraníes a las urnas el próximo 12 de junio.

Por ello, Jatamí volvió hoy a pedir a sus compatriotas que no se dejen vencer por el pesimismo y que acudan de votar el próximo 12 de junio para virar el timón del país.

Jaleado por los miles de asistentes, Jatamí pronunció un discurso trufado de alusiones a la libertad, a los derechos civiles y a la revolución, palabra que repitió hasta la saciedad.

"Las próximas elecciones deben ser una oportunidad para recuperar la dignidad del país", dijo el ex presidente, que volvió a defender los derechos individuales, la libertad de prensa y de opinión, y que subrayó que todo ello "es compatible con el Islam, porque el Islam es una religión humana".

Antes de entrar en escena, las pantallas gigantes desataron la locura de los asistentes con imágenes que mezclaban escenas de los primeros días de la revolución, fotografías del gran ayatolá Jomeini y discursos del propio Jatamí.

Un montaje cuidado en el que también se mezclaron discursos complementarios del ex presidente y Mousaví, que surtió el efecto deseado.

"Es la pareja que nos va a hacer felices a todos los iraníes", decía con una inocencia casi infantil Farshaneh, una joven de apenas 18 años que no paraba de alzar al cielo, como una bandera, el ramo de lirios verdes que le habían regalado.