Una zona muy sensible sin edificios antisísmicos

ROMA.-  Aunque a 120 kilómetros del epicentro y de la catástrofe, la mayoría de habitantes de Roma nos hemos dado cuenta de que algo no andaba bien hacia las 3:30 de la pasada madrugada. Yo mismo, he notado cómo mi cama se balanceaba como si fuera sacudida por alguien a lo que ha seguido el ruido provocado por el mobiliario repicando contra la pared y el temblor de los cristales de la ventana. Tras el susto inicial, y ya descartada la posibilidad de que todo fuera originado por el paso de un tranvía a deshoras, ha llegado el ajetreo del resto de inquilinos de la casa. Algo multiplicado en todo el barrio y seguramente en toda la ciudad. Era curioso observar cómo en busca de alguna respuesta a lo sucedido, la gente salía a la ventana para encontrarse con más vecinos y más luces encendiéndose a lo largo y ancho de los edificios de la calle en una extraña coreografía dictada por el miedo y la sorpresa.

(REUTERS)

Uno de los heridos mientras es trasladado al hospital.

Una estampa casi irreal a esas horas de la madrugada. Pasada la alarma y desechada la idea de salir a la calle, la mayoría nos hemos ido a dormir con la sospecha de que lo que habíamos vivido eran los coletazos de una tragedia mucho mayor en otro lugar. Algo que hemos descubierto mientras desayunábamos, leyendo la prensa online o escuchando la radio. En la calle, en las tiendas, en la oficina todos explicaban su propia experiencia. Algunos con miedo, otros tranquilos y los menos, los que han descubierto la existencia del terremoto esta misma mañana.

El seísmo se ha podido sentir en sitios tan alejados como Nápoles. Los móviles no han parado de sonar. Familiares llamaban a sus seres queridos, sobre todo a aquellos habitantes de Lacio o Los Abruzos. En la oficina casi todos han recibido la llamada de una madre preocupada.

¿Estaba preparada la región?

Y mientras se cuentan las víctimas mortales, en un desesperante e incesante goteo, mucha gente está ya cuestionando si la región estaba preparada para un terremoto de esta magnitud. Los Abruzos es una zona eminentemente rural, ubicada entre el Mediterráneo y el Adriático y cruzada por los Apeninos, punto de encuentro de la placa euroasiática y africana y una de las regiones más complicadas del planeta según los sismólogos. Hace meses que se registran pequeños movimientos sísmicos. Así lo ha reconocido hace escasas horas el responsable del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, Enzo Boschi. También que pronosticar uno de esta magnitud es casi imposible y que la mejor arma es prevenir siguiendo las normas de construcción antisísmicas. Ahora, parte de la atención mediática recae sobre el técnico del laboratorio nacional de física de Sasso Giampaolo Giulani quien, al parecer, habría alertado sobre el terremoto en días precedentes ganándose una reprimenda por parte de las autoridades por alarmista. A pesar de que sus predicciones se cumplieron, las autoridades italianas creen que se trata más bien de una casualidad, y desacreditan los métodos utilizados por Giampaolo.

El debate sobre la política constructiva para atenuar terremotos en Italia no tardará en llegar. El país transalpino no es Japón, donde rige una precisión constructiva sin parangón para que los seísmos causen el menor daño posible. Tampoco California, donde saben que tarde o temprano llegará el tan anunciado y devastador terremoto y para ello construyen y previenen incluso organizando macrosimulacros.

El arquitecto italiano Claudio Leonelli nos explica que la destrucción ha afectado a construcciones muy recientes pero también a algunas muy antiguas que, a priori, deberían haber presentado más garantías ante la embestida. Otro ejemplo, edificios públicos que tendrían que haberse levantado siguiendo "la severa normativa antisísmica" se han venido abajo, lo que demuestra "que estaban construidos sin garantías". En las imágenes de la casa de estudiantes derrumbada Leonelli aprecia columnas "levantadas con un cemento de baja calidad". Según el arquitecto, la zona de los Abruzos no fue clasificada dentro de la categoria de zona de riesgo hasta 2004, lo que evidencia que "la mayoría de construcciones, escuelas incluidas, han sido levantadas sin respetar ninguna normativa antisísmica". Un problema que se extiende a todo el territorio italiano donde se ha empezado a construir teniendo en cuenta el riesgo sísmico sólo a partir de principios de los 80. Las consecuencias de este retardo son elocuentes, según Leonelli. "Tras la gran revisión de las zonas sísmicas en 1984 (el 45% de todo el territorio nacional italiano), sólo el 14% de las casas están construidas siguiendo la normativa antisísmica".