Pintas y fiesta a cien metros de la violencia en la city de Londres

LONDRES.-  "Son basura. Mira ese, si parece Willy Wonka". Estas palabras bien podrían haber salido de la boca de un púber anticapitalista, de entre los miles que protestaban hoy en el corazón financiero de Londres al ver pasar a un banquero. Sin embargo, y por increíble que parezca, salen de un hombre mucho más maduro, con corbata y traje de chaqueta cuando ve pasar al anticapitalista púber por delante de sus ojos. Su nombre es Matt y trabaja en la City londinense.

P. Carrión

Los ejecutivos londinenses se han manifestado tomándose una pinta.

Durante más de cinco horas, alrededor de 2.000 personas se han manifestado por las principales calles de Londres para acabar reuniéndose frente del Banco de Inglaterra, para muchos de ellos, símbolo del capitalismo más voraz. Acordonados por la Policía durante media tarde, los manifestantes (que pedían desde la paz mundial hasta la muerte de los banqueros) han empujado, han cantado, han meado en las paredes de los bancos y han intentado entrar en la sede del Royal Bank of Scotland (el Gobierno británico nacionalizo parcialmente la entidad para evitar su caída).

A 100 metros del cordón policial (durante las dos primeras horas no podía salir nadie, ni manifestantes ni medios de comunicación), varias decenas de hombres trajeados toman cerveza alegremente, al parecer, ajenos a lo que esta ocurriendo dos calles más allá.

Pero sí lo saben. Y bien que lo saben. Los más jóvenes visten vaqueros y suéter con camisa debajo. ¿Muy casual para ser miércoles? El Gobierno británico les ha pedido que hoy y mañana intenten no utilizar nada que les etiquete como hombres de finanzas. El grupo más beligerante de los que están 100 metros más allá encerrados, el G20 Meltdown, lleva un tiempo avisando en su web que su intención es boicotear a los bancos y atacar a los banqueros, culpables, según ellos, de la crisis.

David es uno de esos jóvenes banqueros. Con una pinta en la mano, reconoce alegremente que, a pesar de que ha cambiado su vestimenta habitual, no tiene ningún miedo a esos "fucking anticapitalists". Sí que lo tiene, sin embargo, a sus jefes: no se atreve a decirnos donde trabaja por miedo a represalias y aunque está de cañas con sus colegas de trabajo, no se separa ni un momento de su Blackberry. "Lo siento, tengo que mirar el correo, es el trabajo", se excusa cada dos por tres.

El encorbatado Matt es más duro con los manifestantes. "Que busquen trabajo y se dejen de tonterías", dice al ver pasar a unos cuantos. "Yo no me meto en sus vidas, así que dejen ellos de meterse en las nuestras", concluye entre enfadado y bebido. Matt, que es abogado, no es el único que va encorbatado. En el bar de la esquina Bishopgate Street hay al menos dos docenas de ellos. Son las cuatro de la tarde (hora inglesa). El jefe de Matt invita a rondas sin parar mientras que las protestas frente al Royal Bank of Scotland se suavizan y empiezan a parecerse más a una fiesta hippy que a una manifestación anticapitalista.

"A mi el G20 me da igual, me da igual lo que salga de ahí", dice David mientras apura su pinta. Su pensamiento es exactamente el mismo que el de los que ahora se han sentado delante de él para pedir unas cervezas. Se odian mutuamente. La cerveza les une.