Soraya me pone

Seguro que usted ha tenido algún compañero o compañera de trabajo, o de estudios, algún conocido que, después de resultarle indiferente durante años, un buen día, aparentemente sin ton ni son, le ha hecho ¡tilín! Pues algo parecido me ha pasado a mí con Soraya. Puede llamarlo flechazo. Hasta ayer domingo me parecía un cacho de carne con ojos que sólo servía para repetir como un loro que el Gobierno de Zapatero tenía la culpa de todo lo malo que nos pasaba. Pero después de la fotografía publicada ayer por El Mundo, lo cierto es que la veo de otra manera: sigue siendo un cacho de carne con ojos... pero un cacho de carne sensual y glamouroso.

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Soraya en la foto de El Mundo.

¡Qué puñetero es el mundo de la moda, el estilismo, la sensualidad y el glamour! La superficialidad tiene el don de convertirnos en personas más interesantes, más guapas y hasta más listas, ¿verdad? Porque Soraya tiene que ser muy lista, lista de cojones, para haber puesto su imagen en manos de Pedro J. Piensen que podría haber apostado por una campaña de imagen más fuerte, como enseñar sus pechos, quién sabe si turgentes o limoneros, y haber protagonizado la portada de Interviu. O haberse tirado al barro con un desnudo integral a lo Lucía Lapiedra, haciendo el pino puente con el ombligo hacia el cielo y el pubis frente a la cámara, en cuyo caso hubiera sido 'la cover' de Private.

Pero sabiamente, Soraya ha elegido El Mundo. "En Pedro J. se puede confiar", le aconsejaría el bueno de Rajoy. Y es que el director de El Mundo no parece de esos que, como en el chiste del escorpión y la rana, te la juega en cuanto te descuidas. Soraya sale fortalecida de este giro en su imagen. A partir de ahora la portavoz del PP seguirá diciendo que el Gobierno de Zapatero tiene la culpa de todo lo malo que nos pasa, pero lo hará desde la sensualidad y el glamour. Y con el apoyo incondicional de Pedro J., un hombre que, como dice en su videoblog, conoce a la perfección las fantasías de los hombres y las mujeres. Y el tanga que mejor le hubiese quedado a Zaplana.

Me gusta la foto de Soraya. Esa habitación de hotel al amanecer, ese pelo revuelto tras una noche de farra, esos dedos de los pies pidiendo lengua, esa mirada sucia que parece decir "ven". Soraya me pone porque es una política al desnudo, es decir, una persona capaz de cualquier cosa por una portada. Un político moderno tiene que estar en el candelero informativo y social, para lo cual tiene que crearse una imagen. Debe parecer solidario y comprometido, qué duda cabe, pero también ser rompedor, moderno y estiloso, vestir ropas de marcas punteras, asistir a fiestones y, si quiere bordarlo, mostrarse sexy y glamouroso. Sólo si da prioridad a su imagen sobre su trabajo podrá estar en el ranking de políticos más valorados, ese top que garantiza la vida eterna. ¿Ideas? ¿Conceptos? ¿Proyectos? No sean ustedes carcas. La imagen es lo que cuenta.

Azaña o Churchill sin duda hubiesen vendido su alma al diablo por posar como Soraya, la ranita. No lo hicieron porque no les acompañó el físico. Y seguramente porque carecieron de un asesor de imagen de la categoría de Pedro J, pedazo de escorpión.

P.D.

TVE estrenó ayer 'Planeta Tierra', una serie documental absolutamente imprescindible producida por la BBC. Después de cuatro años de rodaje, y una inversión de 26 millones de euros, los once capítulos de que consta esta serie son un ejemplo perfecto de la función de la televisión pública. Era difícil que TVE metiera la pata con este producto. Pues la metió. ¿Cómo? En primer lugar programándola a una hora miserable. ¿Recuerdan que los documentales de Rodríguez de la Fuente se emitían en prime time? Pues «Planeta Tierra» se estrenó a las 13.30 del domingo. Después, interrumpiéndola de manera violenta, en medio de una frase del narrador, para meter un gran bloque publicitario. Por último, suprimiendo los créditos finales, fundamentales para localizar los lugares que el telespectador acaba de contemplar deslumbrado. Una pena semejante maltrato. Y una solución: el DVD.