En un mundo que confunde el bien y el mal, donde los valores éticos son exclusiva de pusilánimes, el honor es el hazmerreír de las masas, la honradez una utopía, y la desconfianza y el miedo hacia nuestros propios hermanos una realidad… es evidente que necesitamos recuperar referencias morales. No me refiero a Sarkozy explicando cómo refundaría el capitalismo. Ni a Roldán contando cómo refundó su capital. Ni a Aznar, defensor de Bush, "un presidente cuya determinación y visión han sido fundamentales para combatir la tiranía y la barbarie". Ni siquiera a Zapatero, palmero de un G-20 que pretende cambiarlo todo para que nada cambie. No hablo de estos prohombres, no. Hablo de una supermujer: María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán, la monjita perseguida durante la guerra civil canonizada por Juan Pablo II, y de la placa que José Bono quiere que tenga en el Congreso de los Diputados.
Rubianes y sor María Maravillas.
Estoy con Bono, un político sin dobleces, un socialista cabal. Y lo estoy pese a las posibles ampollas que pueda levanta su propuesta. Es posible que algún desaprensivo pida el reconocimiento a víctimas de otras religiones en el Congreso de todos los españoles. O incluso que gente sin sensibilidad exija placas en la casa del pueblo para civiles perseguidas durante la guerra. Pero tranquilos, porque no será necesario forrar de bronce las paredes del Congreso.
María Maravillas tenía algo especial, un nosequé, un don que la convirtió en paradigma de todas aquellas féminas que sufrieron persecución durante el conflicto bélico español. Puede que sea por su piadoso rostro, que parecía cortado a cincel y rasurado con Gillette. O quizá por sus recias ñatas, habituales en aquellos dedicados a la contemplación y la plegaria. Unos rasgos tan píos y fervorosos que bien podrían ilustrar la portada de la revista Zero.
Por eso yo voy a ir más lejos que Bono. Propongo desviar fondos de las subvenciones que el Ministerio de Presidencia entrega cada año a las asociaciones de víctimas del franquismo para montar una obra de teatro: ¡Menos abrir fosas y más cultura, coño! La pieza teatral estaría basada, lógicamente, en la vida y milagros de la santa en cuestión. Y para que vean que voy en serio les propongo, tras realizar un imaginario casting, al actor protagonista, un patriota que sin duda estaría encantando de aprovechar su parecido físico para interpretar el papel de la beata: Pepe Rubianes.
La monjita beatificada y canonizada y el titiritero independentista, las dos Españas, unidas por los rasgos faciales y el dinero público. ¿Qué más se puede pedir?
Operación Masacre
Rodolfo Walsh
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Cuentan que Rodolfo Walsh, periodista argentino, murió tiroteado durante una emboscada cuando tenía cincuenta años. Su delito fue luchar contra la atroz dictadura militar argentina. Nunca se encontró su cuerpo: Walsh forma parte de la lista de miles de desaparecidos durante el Proceso de Reorganización Nacional de ese monstruo llamado Jorge Rafael Videla.
García Márquez, fundador con Walsh de Prensa Latina en 1959, aseguró durante un seminario de literatura que el relato literario en forma de crónica periodística no nació, como la mayoría de la gente piensa, con 'A sangre fría' de Truman Capote, sino con este 'Operación Masacre' firmado por Walsh.
Las palabras de Gabo tienen algo de razón, y bastante de exageración. 'Operación masacre', escrito en 1957, es la narración periodística de unos hechos reales, tremendamente sangrientos, que tuvieron lugar en Argentina: el autor escucha el testimonio de un superviviente de la masacre de opositores al régimen militar, y decide investigar. El resultado de ese trabajo son unas crónicas que reconstruyen ese exterminio clandestino. Está en lo cierto Gabo: periodismo puro y duro.
Pero el colombiano exagera al comparar 'Operación masacre', sucesión de crónicas pensadas y escritas para publicarse en periódicos y reunidas en forma de libro, con 'A sangre fría', escrito en 1966 como obra literaria total.
De cualquier manera, es una magnífica noticia que se publique en España 'Operación Masacre', una obra que no debe faltar en la biblioteca de ningún periodista. Ni de aquellos interesados en la historia más siniestra de la Argentina oprimida.
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Javier Pérez de Albéniz es El descodificador.Tiene un blog, una parienta, una niña, un perro, dos caballos, un huerto, un libro de Walt Whitman, una Gibson acústica del 78 con las cuerdas nuevas, todos los discos de Mississippi John Hurt, una foto de Kipling junto a otra de Johnny Cash, un mapa del Kala Patar (5.545 m)… Y una tele vieja que se ve como el culo.
Propongo dar el dinero que la "plaquita" y el acto de inauguración nos va a costar a todos los españoles, a una O.N.G. +
Ni debió de ser perseguida por ser monja, ni debe de ser recordada con una placa nada y nada menos que en el congreso de los diputados. +
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