El British Council: de la lucha contra la propaganda nazi al encuentro con Europa

El sol nunca se pone en el British Council, como señalaba un colega británico para definir a la organización del Reino Unido que, desde los años treinta, ha venido promocionando a ese país mediante las relaciones culturales. Una red de 233 delegaciones en más de un centenar de países y en lugares donde muchos oficiales no osarían adentrarse, desde Irán a Afganistán.

Martin Davison.

Asociado históricamente a la esencia más pura de lo británico, el Council ha figurado en la producción fílmica y literaria más clásica, desde la literatura de George Orwell hasta 'El Tercer Hombre', la película basada en la obra de Graham Green.

El papel del Council, creado para responder a la propaganda nazi, a través de la cultura, la educación y la ciencia, ha cambiado poco desde su creación. Pero en los últimos tiempos se han introducido algunas innovaciones. Una de ellas es Martin Davidson, Director General de la organización desde abril del 2007. Otra, como el propio Davidson explica, es la política hacia Europa.

"El concepto de organización cultural que teníamos después de la Segunda Guerra Mundial, basado en las relaciones bilaterales, ha cambiado. Ahora nos interesa mucho más trabajar con otros países europeos en los temas que afectan a Europa como continente", señala.

Esa nueva filosofía explica en parte su viaje a Madrid para reunirse con la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, explorar nuevas vías de cooperación e identificar retos comunes: "La inmigración y el impacto en nuestras ciudades, en nuestros sistemas educativos de grandes números de personas procedentes de culturas distintas", explica Davidson. "O el reconocimiento de la herencia musulmana que tiene Europa, en países como Francia y España. El Islam no es un fenómeno de la posguerra en Europa, sino que se remonta a varios siglos atrás y hay que ver cómo incorporamos eso a nuestro concepto de la cultura europea".

Las relaciones culturales, dice Davidson, tienen que basarse en los valores que sustentan "a nuestras sociedades y hay que tener muy claros cuáles son esos valores: el respeto a la ley, al individuo y a las sociedades abiertas y plurales".

Para Davidson, una de las claves para que una organización cultural tenga éxito y proyección mundial reside en su capacidad para mantener la independencia. El British Council recibe unos 240 millones de euros del Gobierno de Londres pero obtiene en torno a 480 millones de otro tipo de actividades en su mayoría comerciales.

"Una institución puede hacer su trabajo con mucha más eficacia si mantiene su distancia frente al Gobierno", subraya Davidson. "En todos los países, los gobiernos tienden a intentar controlar a las organizaciones independientes y hay que recordarles constantemente cuáles son los límites. Hay que estar siempre en guardia, vigilantes".

El carácter internacional del British Council le ha llevado a operar en países con regímenes complicados y en otros donde ha ido creciendo la hostilidad hacia Londres, desde Irak hasta Birmania o Zimbabue.

"En esos lugares estamos proporcionando a la gente joven acceso a bibliotecas, a Internet, a periódicos, lo que considero un servicio crucial sobre todo para ofrecer oportunidades a la gente joven, y sabemos que, pase lo que pase en esos países, un día esos regímenes cambiarán", afirma Davidson. "Por eso nos quedamos en Egipto durante la crisis de Suez, y en China después de Tiananmen, aunque las relaciones con Pekín en esa época eran gélidas, y en Sudáfrica durante la época del Apartheid. Porque las relaciones culturales y educativas perduran en tiempos difíciles y permiten desarrollar relaciones más sólidas una vez que disminuyen los escollos políticos».