El mamporrero y Gallardón

Anoche Sánchez Dragó entrevistó a Pedro J. Ramírez en Telemadrid. Una entrevista modélica que, por la forma en que fue realizada y por su contenido, debería convertirse en una pieza clásica, una herramienta de consulta absolutamente imprescindible.

No para alumnos de periodismo y facultades de la información, puesto que no aprenderían absolutamente nada viendo semejante pantomina. Imprescindible para mamporreros profesionales, y para todos aquellos desbravados que quieran mejorar sus técnicas de obediencia, sumisión, mansedumbre y servilismo.

Cambiando de tema, pero no de costumbres… La presentadora del Telediario (TVE) vende, en una de sus habituales promociones camufladas de información, "un programa que ha proporcionado momentos inolvidables". Se refiere a 'Tengo una pregunta para usted'. Para ilustrar esos "momentos inolvidables" muestra tres imágenes: "¿Cuánto vale un café en la calle?", le preguntan a Zapatero. "Yo gano bastante, bastante más que…", se enreda Rajoy. "Perdón, yo me llamo Josep Lluís", asegura Carod Rovira.

(EFE)

Gallardón contesta las preguntas de un ciudadano.

Esos son tres "instantes inolvidables" para la nueva televisión pública. El del programa de ayer, me temo que es obra de un joven vestido de negro: "Como no sé nada de política, mi pregunta para usted es: ¿tiene un cigarrito?". Tremendo "instante inolvidable", auténtica historia de la televisión moderna que, sin duda, aumenta la leyenda de 'Tengo una pregunta para usted' como programa de enorme interés, gran prestigio e indudable nivel. Un espacio basado en la anécdota, el chascarrillo, lo superficial: el precio del café, el sueldo de Rajoy, el nombre propio… y ahora el "¿tiene un cigarrito?" Productos de una televisión que, incapaz de producir un programa de entrevistas serio, con periodistas independientes, busca consuelo en el anonimato de cien ciudadanos.

Técnicos de climatización, maîtres, estudiantes, dietistas, jubilados y funcionarios interrogaron a Gallardón, alcalde de provincias para buena parte de los españoles. "Yo tengo ambición de España", aseguró Gallardón, con la boca llena de patria.. Antes había sugerido que no le parece "mal la ambición en política" y que su mayor deseo "no es ser presidente del gobierno". "De verdad que no", tuvo que aclarar.

Después dijo que el aborto es "lo peor que le puede ocurrir a una mujer", que la inundación de la M-30 "no le preocupó demasiado", que le "molestan especialmente las injurias que vienen de la emisora de la radio de la Iglesia", que "tiene un impulso rebelde, inconformista" y que "soñar con Esperanza Aguirre sería agradable".

Pero ya daba igual lo que dijese. Lo importante era lo del "cigarrito", el corte que añadirán en los próximos Telediarios a "¿Cuánto vale un café en la calle?", "Yo gano bastante más que…" y "Perdón, yo me llamo Josep Lluís".

Un motivo para no ver la televisión

Hablemos de langostas.
Autor: David Foster Wallace.
Editorial: Mondadori.

No hagan caso a los obituarios de los periódicos de mierda: David Foster Wallace no era un escritor maldito. Era un grandísimo escritor. Si no acaban de creerme, entren en su mundo leyendo los ensayos-reportajes incluidos en este 'Hablemos de langostas'. Dejen las 1.208 páginas de 'La broma infinita' para más adelante y sumérjanse sin miedo en diez historias sobre Estados Unidos contadas de forma majestuosa, con ingentes cargas de sátira, donde lo absurdo, lo periodístico y lo literario conviven en una mágica armonía.

David Foster Wallace se suicidó el pasado viernes en su casa de California. Ya es leyenda. Y no por ese supuesto malditismo, sino por textos como el que da título a 'Hablemos de langostas', en que el autor cuenta su experiencia en el Festival de la Langosta que se celebra cada año en Maine. O aquel otro en que recoge el ambiente que rodea el rodaje de las películas porno. O ese análisis del absurdo de las campañas electorales. Obras maestras repletas de salvaje ironía, de una despiadada crítica social, de un delicioso desapego por lo establecido, por lo correcto. Una gran pérdida.