Se va el caimán

Sí, me voy por la Barranquilla. Mañana llegará de nuevo a estas páginas el acertijo mohíno de domingo, que como ya habréis visto, es una carta de ajuste ilustrada que los Glotonios montaron para quedarse pegados a la piltra sin pegar golpe hasta bien entrado el vermú del lunes.

dckf_$êr@pH!nX (Flickr)

Juro que no volveré a pasar hambre y regresaré con mis crónicas de bandolera y pantalón pitillo matraquero, vista la euforia e intensidad en los comentarios de estos últimos días. Los que veis en Glotonia un hermoso paraje salpicado de delicados frutales y verdes praderas, habréis comprobado que un becario mangui –muy mal pagado, por cierto-, fue capaz de desperdigar latas vacías y esperpentos y sembrar el desconcierto para descubrir materia viva en lo cotidiano, en el plástico, las rabas, el sudor chungo, las bravas, la panceta rancia, el kalimotxo, la camiseta mojada y el tetrabrí de marca. Os pisé las flores. ¡Y que vivan Alí Baba y sus cuarenta maricones!

Son malos tiempos para esta lírica sucia, repletos como están los semanarios impresos de cronicuchas de tres al cuarto sobre antros de moda almidonados, vinitos aguados trendymente etiquetados y demás asquerosidades que dan grima. ¡Con lo cómoda que es la silla de playa de loneta, la mesa con agujero para la sombrilla y la litrona de birra servida helada!

Elkrusty (Flickr)

¿Os da pavor entrar en los merenderos a disfrutar y hacer crónica guarra? A mi, me encanta. El restorán peripuesto me da alergia y me hastía la tontería -ya puestos, ¿por qué no expulsan de Europa a los Estopa?-.

Me gusta Paco El Renca, José Torete -¡qué almóndigas hace el muy cabestro!-, las banderillas de la Mila, la pipirrana de Casilda, los huevos tontos con pan de telera, las tapitas del Perro Sonda y las bravas de Teófilo el del Txofre. Son verdaderas pilastras de parking que sustentan la cocina más tana y guarruna, la que más me pone.

Además de la hermosa gastroliteratura que aquí habita (sesenta y siete entradas lleva ya alojadas este invento), descubriste, lector, la nueva materia viva con gusana que El Chirla te trajo: sujeto y predicado grasosamente hilados, la prosa barriobajuna de un jichó que lo pasó contigo de puta madre.

Señores ahí va el caimán paseando por la orilla, ay sí señores, ahí va el caimán paseando por la orilla.

Si le pisas la cabeza, te muerde la pantorrilla, si le pisas la cabeza, prenda, te muerde la pantorrilla.

Se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla.

Se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla.

Se acabó lo que se daba, por el momento. El Chirla, para servirles.