Cuestión de marketing

Los obispos no creen en los milagros. O al menos no en los tradicionales. Creen, eso sí, en el prodigio de la propaganda, en el portento de la publicidad… En el milagro del marketing. Por eso han diseñado una campaña de publicidad en televisión para convencer a los contribuyentes de que marquen con una X la casilla de la iglesia en la declaración de la renta. En los anuncios, realizados por un creativo italiano francamente divino, se puede ver a los clásicos misioneros en África o a unas monjitas echando una mano en una prisión. No se ve, vaya por Dios, a Federico cobrando la nómina de la Cope. Ni a un cura sacando una moneda de la oreja de un monaguillo. Cuestión de marketing.

Tengo que mirarme esta obsesión con los monaguillos… Pero no estamos hablando de esos pequeños provocadores, sino de marketing. Ese conjunto de conocimientos, actividades y técnicas encaminados a lograr el máximo beneficio en la venta de un producto en un mercado potencial. Las monjitas en la cárcel, el misionero en el Congo… y el constructor, en 'El programa de Ana Rosa'.

En un zaping matinal escuché a la buena de Ana Rosa charlando en directo, vía telefónica, con Francisco Hernando, un empresario de ilimitada generosidad que ponía su avión privado a disposición de Elvira Roda, la joven valenciana con síndrome de Sensibilidad Química Múltiple que se encuentra en la burbuja de una hospital de Dallas (USA) y, una vez estabilizada, no puede pagarse el complejo viaje de regreso a España. "Francisco Hernando, que es un constructor, una persona muy conocida…", aseguró la escritora-presentadora a los padres de la chica, "les quiere ayudar". "Lo hago con todo el corazón, como la gran persona que creo que soy", confesó el gran empresario y mejor ser humano, que adelantó algunos detalles del plan de vuelo: "tienen el avión dispuesto en Torrejón para la hora a la que quieran irse. Puesto que el avión tiene 18 horas de autonomía, subirá a 15.000 metros de altura y no tendrán ningún problema. Y si tiene que meterse en el dormitorio de mi avión, pues que se meta".

Este don Francisco es un pedazo de pan, qué duda cabe. "No solo mandé el avión para Rocío Jurado, sino que también lo mandaré para esta familia tan maravillosa", dijo este Papa Noel del ladrillo, este Gandhi del encofrado, esta Teresa de Calcuta del forjado y el enfoscado. Por mucha atención que puse no escuché a Ana Rosa pronunciar el nombre de guerra de tan generoso empresario: sin duda intentaba proteger tan altruista anonimato. Después de compartir redacción durante años con algunos de los mejores periodistas de investigación de este país, tengo que confesar que con casos como éste me hierve la sangre. Hay que localizar al individuo en cuestión. Me puse a trabajar duro y, tras complicadas gestiones, estoy en condiciones de afirmar que ese ángel de la guarda no es otro, queridos lectores, que Paco el Pocero.

Sí, el Pocero, el mismo que le dijo al alcalde de Seseña aquello de "eres el único alcalde honrado que hay en España, eres un gilipollas». El responsable de las 13.508 viviendas (sólo 5.096 licencias de edificación, 2.536 de primera ocupación y 900 vecinos censados), levantadas en ese secarral toledano. "No te conozco, pero conozco a tu mujer y sois una familia excelente" dijo Ana Rosa, rendida a los encantos de esta leyenda de la recalificación y el buen gusto .

Ana Rosa quería invitar al Pocero a su programa, y le trató como a una estrella: "además de ser grande como ser humano, nos has dado muchos titulares", reconoció la muy puñetera. Y don Francisco, henchido de marketing, no pudo reprimirse y puso un broche de oro a su altruista ofrecimiento: recordó a los espectadores del programa que le había metido nueve querellas al alcalde de Seseña, que el edil tenía que presentar 50 millones de fianza para bla, bla, bla, bla...

¿De dónde viene esta pasión de Ana Rosa por el Pocero, un hombre de muy diferente estatus social, cultural y estético que la glamourosa presentadora? Muy sencillo: comparten el compromiso por las letras, la pasión por la literatura. Recuerden que Ana Rosa firmó 'Sabor a hiel', con dos cojones, y que el Pocero es autor de una autobiografía que tiene muy buena pinta: 'Paco Hernando, la pasión de construir: un hombre que si no trabaja se muere'.

Ya les estoy viendo en la Feria de libro, compartiendo caseta. ¡Qué digo caseta! Una urbanización de casetas, el Marina D’Or de la intelectualidad, con El Pocero y la pocera firmando autógrafos con una simple X. Como la de la declaración de la renta de la iglesia. Cuestión de marketing.

Un motivo para no ver la televisión

El coleccionista de mundos

Ilija Trojanow

Editorial Tusquets

¿Fue Sir Richard Francis Burton (1821-1890) el viajero perfecto? Explorador, traductor, escritor, militar, orientalista, agente secreto del gobierno británico… Burton hablaba 29 lenguas europeas, africanas y asiáticas. Se disfrazó de árabe para ser el primer europeo en entrar, de incógnito, en La Meca y Medina. Acompañó a Speke en una de las expediciones más famosas de todos los tiempos: la búsqueda de las fuentes del Nilo. Y escandalizó a la puritana sociedad victoriana con sus liberales ideas sobre el placer y la sexualidad: realizó la primera traducción completa al inglés de 'Las mil y una noches' y el 'Kama Sutra'.

Hasta ahora, lo mejor que podía leerse sobre Burton era 'El capitán Richard F. Burton', deliciosa biografía escrita por Edward Rice y publicada hace años por Siruela. Ahora se acaba de publicar 'El coleccionista de mundos', obra en la que el autor búlgaro Ilija Trojanov novela los tres grandes viajes del explorador: India, Pakistán y Siria (desde 1842), La Meca (1853) y África Oriental (1856). ¿Resumen de varias biografías? Mucho más ambicioso, Trojanov traza el perfil de un aventurero irrepetible con ingeniosos diálogos, detalladas descripciones de personajes secundarios y… una desbordante imaginación. Apología del viaje como forma de vida. "De cada persona que ha viajado por su vida se puede aprender que viajar es tener una mirada abierta, sin anteojeras, sin grandes miedos", asegura Trojanov en una entrevista, "puesto que lo realmente bonito de viajar es atreverse a algo, arriesgarse, en el sentido de que sabes que las propias percepciones y preferencias van a ser puestas en duda. Quien afronta esta inseguridad, se da cuenta de que se puede ser más de lo que se es".

Aquí puedes leer el primer capítulo del libro.