Ponemos en una cazuela a fuego fuerte el aceite. Añadimos las Amanitas cesárea y una pizca de sal y dejamos que se cocinen despacio, sin dejar de dar vueltas, hasta que veamos que quedan tostadas.
Si están húmedas o contienen mucho agua, habrá que dejar que se reduzca poco a poco y evapore toda, para que queden secas y sobre todo, sin aspecto baboso. Dicen los entendidos que la Amanita cesárea está lista cuando el aceite queda limpio, lo que demuestra que el jugo de la seta se ha ido.
Unos minutos antes de retirarlos del fuego, añadimos el ajo picado y rectificamos el sazonamiento. Al servirlos los espolvoreamos de perejil.
Por ser esta seta muy sutil y aromática, hay muchos que no la emplean con el ajo. Es cuestión de gustos.
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