Para que el ajo no repita, lo mejor es, una vez pelado, eliminar el germen que se aloja en su interior y que si se come es indigesto.
Entonces abrimos los ajos en dos, a lo largo y con ayuda de la punta del cuchillo, despegamos el germen que encontramos en los dos medios dientes de ajo. Luego podemos picarlos, o laminarlos, según sea su empleo.
Otra cosa importante es sofreír, dorar o pochar bien un ajo para que no lo comamos medio crudo y nos haga daño al estómago.
Si se hace un refrito, recomendamos empezar con el aceite templado, para que se haga bien el interior e ir subiendo el fuego moderadamente conforme vemos que el ajo se cocina, para que al final quede bien dorado exteriormente. Queda más rico y nuestro estómago lo agradecerá. Hacer los refritos a fuego fuerte no es aconsejable.
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