La desaparición del equipo Super Aguri destapa numerosas incógnitas de futuro

Cuando creíamos que el escándalo sexual de Max Mosley iba a finiquitar la cadena de tormentos del año, se confirmó el cierre de Super Aguri, una noticia que dibuja una sombra de duda sobre el futuro de la Fórmula 1, tal y como la conocemos hoy día. La parrilla del GP de Turquía de este fin de semana tendrá sólo 20 coches y un equipo privado menos. La categoría reina del automovilismo es, ahora más que nunca, el club más selecto de la Tierra.

(EFE)

Super Aguri abandona el circo.

La Fórmula 1 de los últimos años ha entrado en crisis. La masiva inclusión de marcas con sus equipos oficiales iniciada en los albores del siglo XXI ha ido aniquilando, poco a poco, a toda alternativa privada, apenas reducida hoy día a Williams, Red Bull y Toro Rosso. Super Aguri era el cuarto miembro de la lista.

El proceso de oficialización de la categoría ha sido lento, pero intenso. Así, una tras otra, se ha pasado de la F-1 semioficial de los noventa, aquella en que los fabricantes (Renault, Mercedes, Ford...) concurrían en exclusiva como suministradores de motores de los grandes equipos (Williams, McLaren, Tyrrell, etc.), a una disciplina que ha borrado de un plumazo a algunos de sus nombres históricos para colocar en su lugar a las 'vedettes' de la batalla del concesionario. Renault suplantó a Benetton, BMW adquirió Sauber, Mercedes se hizo con McLaren, Honda surgió de la asociación British American Racing, que previamente había comprado Tyrrell; Red Bull se levantó de los números rojos de Jaguar, escudería previamente fundada por Ford a partir de Stewart Racing...

¿Beneficia este proceso a los aficionados? Mientras los números de los coches de calle funcionan, sí, porque más dinero implica más coches. Sin embargo, la tesitura de crisis actual podría dar al traste con numerosos equipos. En estos casos, sólo el concurso de las estructuras privadas podría animar parrillas famélicas en potencia (si siguen MotoGP sabrán de lo que hablo). Pero aquí topamos con la norma que impide a las escuderías pequeñas comprar chasis a sus hermanas mayores (el código técnico de la F-1 impide compartir la propiedad intelectual de los chasis) y que, en consecuencia, obliga a invertir sumas mayúsculas en el desarrollo de prototipos propios.

Esta norma cambiará, pero quizá cuando se dé este paso ya sea demasiado tarde. Ahora es Super Aguri, mañana pueden caer Force India, Williams o Toro Rosso. Y por si esto no fuera poco, el grupo Renault está atravesando una fuerte crisis mundial, que podría traer recortes al equipo de F-1; Toyota no gana carreras, y ya ha anunciado que podría entonar el adiós de no redirigir la senda perdida... Ojo, que sin pobres no hay ricos, y sin ricos... no hay F-1.