Zapatero renueva el contrato de Bermejo

Madrid.-  Mariano Fernández Bermejo seguirá como ministro de Justicia en esta legislatura, algo por lo que pocos apostaban inmediatamente después de las elecciones, a pesar de que él no se ha cansado de repetir que cuando recibió la cartera firmó un contrato de cinco años con el presidente del Gobierno.

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(EFE)

Mariano Fernández Bermejo seguirá como ministro de Justicia en esta legislatura, algo por lo que pocos apostaban inmediatamente después de las elecciones, a pesar de que él no se ha cansado de repetir que cuando recibió la cartera firmó un contrato de cinco años con el presidente del Gobierno.

Y es que los catorce meses que han pasado desde que el 13 de febrero de 2007 se puso al frente del departamento no han sido un camino de rosas para Bermejo, recibido de uñas por el PP -con el que ya había protagonizado sonados desencuentros durante su etapa como fiscal- y que despidió la legislatura con la huelga de funcionarios más larga de la historia de la Justicia española.

Entre medias, más enfrentamientos con la oposición -a cuenta por ejemplo de la reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, que convirtió este órgano tradicionalmente apacible en el escenario de una guerra sin cuartel entre magistrados- y con el Consejo General del Poder Judicial, al que el mismo día en que tomó posesión de su cargo acusó de falta de legitimidad.

El discurso que pronunció entonces, repleto de críticas al PP y al CGPJ, marcó la pauta de su acción política y mostró bien a las claras que Fernández Bermejo (Arenas de San Pedro, Ávila, 1948) no se arredra ante nadie, que no le asusta hacerse enemigos y que vive cómodo en compañía de la polémica si cree que la causa lo merece.

Ya le sucedió cuando, siendo fiscal jefe de Madrid, se enfrentó al entonces titular de Justicia, José María Michavila, a propósito de la ley que regulaba los llamados juicios rápidos, lo que meses después le costó el puesto cuando el fiscal general nombrado por el Gobierno del PP, Jesús Cardenal, decidió su relevo.

Rescatado tras la victoria del PSOE en 2004 por el nuevo fiscal general, Cándido Conde-Pumpido, que le hizo fiscal jefe de lo Contencioso en el Tribunal Supremo, el año pasado José Luis Rodríguez Zapatero vio en él al hombre que necesitaba para meter en cintura a un Poder Judicial que, dominado por los conservadores, se había convertido en otro frente enemigo para el Gobierno.

Catorce meses después, no se puede decir que Bermejo haya ganado esa guerra, pero sí se ha apuntado alguna batalla: el Constitucional acaba de darle la razón al avalar la reforma de su ley orgánica y ha sacado adelante -de nuevo con la oposición airada del PP- la del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal.

Sin embargo, también se ha dejado algunos pelos en la gatera: la polémica surgida en plena campaña electoral por los gastos de la reforma de su vivienda oficial y la huelga de funcionarios, que se ha prolongado dos meses y que ha colapsado la ya de por sí lenta Administración de Justicia, dejaron muy tocada su imagen.