Un colombiano víctima de secuestro rehace su vida en Florida

Orlando (Florida).-  El colombiano Juan Carlos Morales conoce lo que es la tragedia del secuestro, tras vivir seis meses en cautiverio junto a su hermana hace diez años en Colombia, al ser raptados por guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

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(EFE)

El colombiano Juan Carlos Morales (d), que hace 10 años fue víctima de un secuestro, reside en la actualidad en Orlando junto a su familia, entre ellos, su madre Cecilia Ballesteros (i), donde es el propietario de una clínica de salud. Hace

"En un secuestro no se puede hacer nada, no piensas en escapar porque te pueden matar, preferí mantenerme calmado. Hay una incapacidad de pensar en ese momento", recordó Morales, médico y acupunturista, propietario de una clínica de salud en Orlando.

Su secuestro ocurrió el 18 de mayo de 1997, en una zona rural de Colombia luego de haber participado con otros colegas en una brigada de salud a personas de bajos recursos.

"Veníamos de regreso a Bucaramanga, cuando nos detuvieron en un retén, miembros de las FARC y el objetivo era mi hermana María Constanza, porque la separaron tan pronto la identificaron", recordó.

Hoy, Morales reside en el centro de Florida junto a su madre, hermana, y su esposa e hijos y guarda la esperanza que termine el terrible drama que viven tantas familias por causa del secuestro.

"Cuando uno está secuestrado, lo que uno deseaba es que pasara algo, que el Gobierno lo intentara rescatar a uno, pero que alguien hiciera algo, aunque uno se muriera en el intento", dijo. "Si yo hubiera seguido secuestrado, quisiera que mi familia hubiera dado la autorización para que el Gobierno actúe e hiciera el rescate".

"Ellos (la guerrilla) se han aprovechado de esta situación para seguir cometiendo estos secuestros, porque ya la guerrilla se volvió un gran negocio de droga y la humanización se acaba. Ellos si tienen que matar a su madre, lo hacen sin el menor sonrojo", expresó.

A este médico le toca profundamente cada vez que ve en los medios las pruebas de supervivencia de rehenes, el debate sobre su liberación y la situación de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

"A la gente en Colombia le ha faltado valor civil, en el sentido que tienen que prepararse para cuando sucedan estos acontecimientos, creen que nunca les va a pasar. Antes había una insolidaridad muy grande, porque creían que el problema de los secuestrados era problema de otros, pero el secuestro le puede tocar a cualquiera", advirtió.

Su familia ha sido víctima de anteriores secuestros: el abuelo paterno y padre habían sido secuestrados y fueron liberados tras el pago de rescate.

Mientras, destacó que cuando fue secuestrado, los guerrilleros no sabían quien era él, hasta que lo escucharon por las noticias en la radio.

"Se enteraron por la radio, y luego, empezaron a escuchar por la radio que dos hijos del político Norberto Morales fueron secuestrados y allí se dieron cuenta que era yo", agregó.

Una vez capturados, los secuestradores dejaron en libertad a la hija de su hermana, de apenas 7 años, quien escapó junto a una prima.

Recordó que caminaron por una montaña y por la noche le reunieron con su hermana, "parecía como un molino viejo, no había luz, hacía mucho frío, pero luego como a media noche empezamos a caminar dentro del monte como hasta las 5 de la mañana".

Dijo que durante esos meses, comían arroz con lentejas, que no hacían nada, se bañaban una vez a la semana y que caminan mucho por las noches.

Una Biblia fue su sustento en las horas difíciles del secuestro. "Dios nos salvó, yo le pedía una señal para escapar o hacer algo y de pronto un día sentí esa necesidad y junto al captor que me pusieron le ofrecí dinero y nos ayudó".

Así, el 14 de noviembre de 1997, tomó ese riesgo, junto a su hermana y su captor, alias "Chonton", empezaron su huida desde las 9 de la noche hasta que finalmente pudieron estar a salvo a la mañana siguiente.

"Tuvimos que correr mucho, caminar en la oscuridad. Planificamos las horas del cambio de los guardias, que eran como unos cinco minutos de caminata entre el uno y el otro, y así fue que escapamos, o sino creo que nos hubieran matado", dijo.

Su madre, Cecilia Ballesteros, afirma que el secuestro de un ser querido es lo peor que alguien puede imaginar.

"Fue algo terrible, se siente uno impotente, es como morirse uno, es la impotencia de no poder hacer nada, porque en esos momentos los que mandan son la guerrilla. Pero, Dios es el que manda sobre todas las cosas y eso me fortaleció", dijo entre lágrimas.

Luego de estar a salvo, Morales se fue a Bulgaria como Consultor de Negocios en la Embajada de Colombia, de allí se mudó a Orlando, en 1999 donde obtuvo su asilo político.