La brutalidad del terrorismo se instala en el teatro de la mano de la Fura dels Baus

MURCIA.-  La localidad murciana de Molina de Segura vivió anoche uno de los estrenos teatrales más sonados de los últimos meses. "Boris Godunov", el nuevo trabajo de la Fura dels Baus, inspirado en el asalto de un grupo de rebeldes chechenos al teatro Dubrovka de Moscú, es una obra dura y tensa con la que la compañía catalana pretende someter al público a una experiencia extrema: la de hacerle sentir víctima de un ataque terrorista.

Una gran pantalla permite ver lo que ocurre entre bambalinas

La función empezó con un poco de retraso y, tras una oscuridad total, los 600 espectadores que llenaron anoche el teatro de la localidad murciana empezaron a ver sobre el escenario la representación de un texto de Pushkin, "Boris Godunov", basado en el abuso de poder y en la historia de un hombre que pretende derrocar al zar ruso. A los pocos minutos, las luces se encendieron y un grupo de hombres armados y encapuchados invadieron la sala llenándola de gritos, cables y explosivos. El público ya sabía a lo que iba, pero la tensión se palpaba en el ambiente y un silencio espeso recorría la sala mientras los «terroristas» se paseaban, amenazantes, por toda la sala.

Los espectadores murcianos, que acudieron al estreno de la obra agotando las entradas para los tres días en los que la función estará instalada en Molina de Segura, vivieron ayer una minúscula muestra del terror que sufrieron los 900 rehenes del asalto real que ha inspirado la obra, que estuvieron secuestrados durante tres días para acabar protagonizando uno de los peores ataques terroristas a los que se ha tenido que enfrentar el gobierno ruso. La actuación de las fuerzas militares rusas, que entraron al teatro para poner fin al secuestro, provocó el peor de todos los finales: la muerte de 130 rehenes y 41 asaltantes.

La obra, que a priori podía parecer especialmente estresante, tensa e incluso polémica resultó ser una función basada más en las ideas que en las sensaciones. No hubo interacción en ningún momento entre actores y público, ya que la crudeza del tema y la fuerza del directo del teatro hizo que los responsables del montaje, Àlex Ollé y David Plana, optaran por dejar que éstos se convirtieron simplemente en rehenes y pudieran ser testigos de los problemas internos entre los asaltantes, de las discusiones del gabinete de crisis del gobierno y de las conversaciones entre la mediadora y el líder de los terroristas.

Sobre el escenario, una gran pantalla servía para que el público pudiera ver todo lo que pasaba entre bambalinas, en los pasillos y en el exterior del teatro y es que con este nuevo montaje, todo el teatro sirvió para que los nueve actores de la Fura, que se iban intercambiando de papeles, se movieran libremente.

Uno de los tensos momentos de la representación

La compañía catalana ha querido poner especial cuidado en la puesta en escena y huir de un realismo total a la hora de construir la historia y los personajes. Además, el secuestro del teatro moscovita simplemente sirvió de inspiración al director, que quiso que la obra quedara totalmente descontextualizada a nivel geográfico o político para poner el acento en la idea inicial del montaje que Ollé repite allá donde va: que nada vale más que una vida humana. Que todo terrorismo es condenable. Que la violencia genera violencia. Pero que por el hecho de que el terrorismo sea tan atroz, no se le puede ignorar. De ahí la existencia de este nuevo montaje que inició su andadura en Murcia y que recorrerá teatros de todo el mundo.