América celebra por primera vez el Día de la Malaria

Washington.-  América celebra hoy por primera vez el Día de la Malaria, con la meta de atraer la atención hacia una enfermedad que afecta anualmente a 900.000 personas en el continente, pero contra la que el ser humano está a la ofensiva y podría eliminar de algunos países.

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(EFE)

Un millón de personas mueren anualmente por su causa, principalmente en África, pero en América el ser humano ha pasado al ataque contra la dolencia gracias a que dispone de nuevas armas.

El francés Charles Louis Alphonse Laveran observó por primera vez, un 6 de noviembre de 1880, la presencia de parásitos en los glóbulos rojos de personas infectadas de malaria, también conocida como paludismo.

Fue un momento de clarividencia sobre una enfermedad que ha acompañado a la especie humana desde hace decenas de miles de años.

Recibió su nombre en Italia en la Edad Media, cuando se la llamó "mala aria", porque se creía que emergía de los aires ponzoñosos de los pantanos.

No era una hipótesis descarriada, pues el parásito simple, unicelular y devastador del paludismo se trasmite en la saliva de las hembras del mosquito anofeles.

Un millón de personas mueren anualmente por su causa, principalmente en África, pero en América el ser humano ha pasado al ataque contra la dolencia gracias a que dispone de nuevas armas.

El año pasado 902.391 personas contrajeron las fiebres palúdicas en América, lo que supone una reducción del 22 por ciento respecto al 2000, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

El número de muertes cayó de 348 en el 2000 a 156 en el 2004, el último año del que se tiene información al respecto.

La razón del éxito es una nueva combinación de fármacos, derivados de la artemisia, una planta medicinal usada en China desde el siglo IV.

América Latina fue la primera región en el mundo que adoptó este cóctel, conocido como ACT, según Trent Ruebush, experto en el tema de la Agencia de Estados Unidos de Desarrollo Internacional (USAID, en inglés).

El nuevo tratamiento "acorta muy rápidamente el tiempo en que una persona tiene los parásitos en su sangre", explicó en entrevista telefónica Jaime Chang, el encargado de dolencias infecciosas en el programa de USAID en Perú.

Con ello, se reduce el riesgo de que le pique un anofeles y el mosquito transmita la enfermedad a otras personas.

Gracias a los nuevos fármacos, el número de casos ha caído de forma drástica, con bajas de hasta un 97 por ciento en El Salvador o Nicaragua en los últimos años.

Con un refuerzo de los programas contra el paludismo Ruebush considera posible eliminarlo totalmente de América Central, México y el Caribe. "Es algo que está a nuestro alcance", dijo.

En esa zona, el país con más incidencia es Haití, que registró 21.788 casos el año pasado.

Suprimir la malaria de un nación puede sonar como algo ilusorio, pero ya ha sucedido, y a gran escala.

En los años 30, millones de personas en Estados Unidos padecieron los síntomas de la enfermedad: dolores de cabeza, anemia y la intensa fiebre.

Era especialmente virulenta en Washington, dado que parte de la ciudad, incluido el exclusivo barrio de Georgetown, está ubicada en una antigua marisma.

También fue una plaga para los militares que combatieron desde trincheras fangosas en Italia durante la Segunda Guerra Mundial.

La supresión total de estas regiones "no deja duda que puede hacerse" en otros lugares del mundo, según Ruebush.

Pero Chang se manifestó más cauto. "No se puede bajar la guardia, o considerar que es un programa que va a dejar de ser necesario", dijo.

El propio Ruebush reconoció que en la cuenca del Amazonas, donde se registra la mayoría de los casos del continente, el combate al mosquito y su parásito es más difícil que en América Central, dada la deficiencia de las comunicaciones y el difícil acceso a los centros médicos.

El mundo ya vivió otro momento en el que se registraron avances gigantes contra el paludismo, en las décadas de los 50 y 60. India pasó de registrar 800.000 muertes al año a casi ninguna.

No obstante, los parásitos desarrollaron resistencia a los fármacos usados entonces y en los 90 la enfermedad rebrotó a nivel mundial.

En Perú, por ejemplo, hasta principios de los 90 no había casos de malaria transmitida por el parásito Plasmodium falciparum, el más peligroso, que provoca el 95 por ciento de las muertes.

Pero para mediados de esa década se había reintroducido y era responsable de la mitad de los 200.000 casos al año que se llegaron a contabilizar, según Chang.