Cada semana toda la muchachada española, -los más chanantes-, se acercan al televisor. Cogen el "mandaco" a distancia y ponen la 2 de Televisión Española. Son legión, son incondicionales, y se ríen con sus humoristas favoritos aunque en su casa les pongan caras raras. Son, -somos-, la generación Muchachada Nui, la única capaz de reírse con un tipo de humor codificado para algunas mentes.
Repaso a los índices de audiencia: Muchachada Nui: 4% y 664.000 espectadores. Y subiendo. El programa de Joaquín Reyes y compañía, segunda reencarnación de La Hora Chanante de Paramount Comedy, no tiene grandes campañas de publicidad. Su horario no es estelar. Se emite en una cadena minoritaria y con unos shares casi marginales. Y sin embargo, el seguimiento no para de crecer. Mucho tiene que ver en ello el boca a boca, el comentario de bar o la broma para iniciados en el patio del colegio.
España se divide en dos: y no es entre seguidores de María San Gil y de Mariano Rajoy, no. Se divide en gente que entiende el humor a cascoporro de Muchachada Nui, y los que no. Si estás leyendo ésto, probablemente pertenezcas al primer grupo. Y probablemente también tendrás una edad que va desde los 15 hasta los 30 y algún años. Por encima o por debajo de esa franja, probablemente sólo haya algún espectador dormido o despistado. El programa de Joaquín Reyes es un compendio magistral de humor surrealista. Ver a Chuck Norris o al cantante de los Bee Gees hablando con acento de Albacete no puede ser calificado de otra cosa.
No son imitaciones, ni si quiera parodias. Son reinterpretaciones de personajes marginales que forman o formaban parte de nuestro universo catódico. No se entiende muchachada sin internet, sin el flash, o sin youtube. Tampoco se entiende ese humor si no se sabe que es un Cassette, un vídeo Beta o un ordenador Amstrad o Commodore. Es un humor 2.0, que bebe de la tecnología de los 80 y los 90, y también de la memoria colectiva o de los referentes del inconsciente colectivo de toda una generación. Es un humor abstracto que probablemente a un chino le sonará a idem, y un Yanke miraría con cara rara. Quizás lo entenderían los británicos, porque esta troupe tiene algo de Monty Python. Luis Sánchez Pollack, Tip, se hubiera meado de risa con ellos; Chiquito de la Calzada seguramente no sepa ni qué están diciendo.
Muchachada tiene el don del humor con mayúsculas. No provoca la carcajada instantánea, -que también,- y al momento el bostezo instantáneo. Su efecto es más permanente: provoca lo sonrisa, el buen humor contínuo. Y va más allá. Va camino de convertirse en icono de toda una generación. Expresiones como "a cascoporro", "chanante", o "Mierdaca", -que hasta ahora eran propias de un habla muy local de Castilla la Mancha,- se han incorporado al vocabulario habitual de miles de adolescentes. El grito de "Marciaaaaaal Ruiz Escribano", es, probablemente, el más repetido en muchas noches de botellón. Puro surrealismo posmoderno. Humor 2.0
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