Messi no pudo estar presente en la última final de la Liga de Campeones que disputó el Barcelona debido a una lesión. El argentino quería jugar pero los médicos del club se lo prohibieron, por lo que tuvo que ver el partido desde la grada. Tal era su frustración, que tras la victoria azulgrana no quiso salir a celebrar el título con sus compañeros, porque no sentía el trofeo como propio. Esta noche Messi se ha desquitado y se ha hecho poseedor del trofeo de pleno derecho.
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