Todas las películas deberían durar 89 minutos, pero no para que la gente no se duerma en el cine, sino porque es lo único en lo que cualquiera se puede acercar a 'Punch-Drunk Love', una joya minimalista que unió al director de 'Magnolia' con Sandler, 'Capote' y Emily Watson. El resultado, inclasificable. Su género, una incógnita. "Profundamente rara e hipnótica" sería una definición que bien podría hacer justicia al alegato definitivo de que Adam no es un cuentachistes al uso. Mezclar a Shelley Duvall con una trama de pornografía telefónica y una trampa legal a una compañía aérea a base de recortar millas de las mousses de chocolate sólo se le podría ocurrir al heredero natural de Orson Welles, justo merecedor del Premio al Mejor Director en Cannes por esta maravilla azulada.
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