La incorporación al mundo laboral dio como resultado que las mujeres asumieran nuevas y exigentes responsabilidades sin descuidar las tareas domésticas; tenían que asumir el papel de buena profesional, buena madre, buena esposa, responsable de mantener la llama y la comodidad del hogar. Esta sobrecarga pasa factura y cuando llega el momento del sexo el vaso está tan lleno que se desborda.